Tu tiempo es ahora, tu luz es mañana, cerrá los ojos y empezá a soñar.


V A L E N T I N A

09 noviembre, 2011

PELIGRO DE EXTINCIÓN

Me considero una persona enamoradiza. Aunque debo admitir que no estoy segura de haberme enamorado. Y todo lo que esta acción conlleva. Pero puedo hablar específicamente de dos personas con las cuales llegue a sentir “amor” en la máxima medida que mi corta experiencia puede dejarme hacer alusión.
La lista puede extenderse a números impensables si uno quiere, pero hay muertos que mejor dejarlos en el placard.
Como siempre digo, suelo enamorarme del amor y lo que ese sentimiento produce cuando un alguien aparece en mi vida
. Pero así como viene, se va con el correr de los días, de los encuentros, de mi inconformismo sobredimensionado. Si hay algo que me caracteriza es que nada me llene y siempre demande más, tanto como a los demás como a mi misma. Cuando algo deja de provocarme adrenalina, me aburro, me distraigo, descuido lo que esta y lo dejo ir. Total, se que si quiero puedo volver a sacar a flote mi nena encantadora de adentro, esconder la serpiente que hay casi queriendo escaparse de mi interior y seducir a cuan objetivo se ponga delante de mis ojos. No creo en los signos pero algo que describe a los capricornianos y es que son personas con las que no vale la pena luchar. Disponen de una capacidad innata para salirse con la suya; no importa lo que en principio parezca, al final, acaban ganando. Y nada me sienta tan bien como esta descripción.
Si hay algo que descubrí con el correr de los años, es que tengo una autoestima prácticamente indestructible, un ego insoportable y una sonrisa compradora. Si hay algo que aprendí con los años y sus partidas, es a amar a mis virtudes y mis defectos. A defender mis convicciones y a que nadie me manipule.
Si algo aprendí con el tiempo es a convivir con la mina que odio cuando el amor aparece.


LLAMEMOSLE A

Con él las cosas son totalmente distintas. Puedo afirmar que todo lo que acabo de argumentar con tal seguridad entra en duda y se desvanece cuando su persona asoma a la tranquilidad de mi mundo de fantasía. Ésta de la que hablo apareció mucho después de su inoportuna llegada a mi vida de púber con demasiados tormentos. Él llegó para apaciguar y arrasar con cualquier aflicción que se cruzara en su camino para hacerse dueño de todo un terreno donde pudiera sembrar lo que a él le pareciera capaz de destruirme y revivirme a medida que se le antojara. Se aseguró de que si me convertía en un intento de imitación de lo que él era, mi relación hacia con su persona permanezca estática, incapaz de ganar batalla. Y se aseguró de tal manera que hasta hoy, sigue derrotándome con mover un par de fichas, nada más.
Él aparece cuando quiere, sobre todo en los momentos en que mi yo interior se esta dejando morir. Él no quiere que muera, y me reanima solo para que lo vea irse cuando empiezo a reaccionar. Y así sucesivamente hace que crea que esta ahí, que nunca va a irse.
Él vuelve, siempre vuelve. Y yo nunca dejo de esperarlo. Lo espero, siempre lo espero. Y vuelve a aparecer de las maneras que menos imagino, sembrando dudas y haciéndolas crecer con su silencio.
Él que va y viene, entra y sale de mi vida sin pedirme permiso haciéndome su presa más débil y convirtiéndome en la serpiente más venenosa. Demasiado venenosa para mí gusto.
Él sigue provocándome los mismos nervios que hace 5 años atrás, la misma arritmia cardiaca que ya es inconfundible cuando se hace presente y tengo las mismas reacciones estúpidas de nena de catorce años, las mismas contestaciones de adolescente inmadura, los mismos planteos ilógicos, la misma adrenalina que nunca dejo de provocarme
, la misma angustia mesclada con felicidad cada vez que me habla mirándome con sus ojos penetrantes a mi desorbitada mirada, sin sacármela un segundo de encima. Él, que hace que mi cuerpo tiemble cuando me besa, que hace que me ponga expectante a cada palabra, que hace que me saque de quicio su histeriqueo que tanto me gusta. Él, al que tanto odio.
Él que lejos de amarlo, puedo afirmar que es (pongámosle un titulo) “EL AMOR DE MI VIDA”.


LLAMEMOSLE B

Para hablar de la otra persona vuelve la simpática mujer que nombre al principio, la que puede ser la más tierna de todas, o la peor insufrible que uno puede llegar a imaginar. (Lo que no quiere decir que no sea sensible y encantadora en la mayoría del tiempo.) Pero aun enamorada de su presa el instinto le gana a la razón, y como toda serpiente necesita una victima para alimentarse, sin alimento no sobrevive. Sin él no puedo vivir. Él es mi cable a tierra, mi respiración, mi alimento. Con él fui creando el ser que, de quien no quiero seguir hablando (A), me convirtió. Con él, hice lo que hicieron conmigo. Con el llegué a amar hasta en lo mas incognito de mi , con él llegué a sentirme amada, con él sentí que me asfixiaba cuando me sobrepasaba de mi huida y sentía que era posible perderlo. Con él viví al extremo desde lo más lindo hasta lo más feo. Con él crecí y me convertí en la que normalmente soy gracias a alguien más. Con él sigo aprendiendo que puedo ser mucho mejor de lo que creo que soy en mi pedestal, y que la inconformista “hija de puta” que aparece acá, normalmente se llena con las cosas más sencillas que solo él puede darle a la mujer mas simple, soñadora y enamorada que aun sigue negándolo, aunque sabe que lo está.

LLAMEMOSLE C

Lo que más me sorprende de todo esto, es que de entre las incontables historias de las que preferí no hacer lista, existe un tercero en discordia que está despertando sentimientos que aun no logro poner en ningún lugar. Pero me animo a decir que las palpitaciones cuando aparece sin que yo lo busque son casi idénticas a las que siento por A. Igual, no puedo todavia distinguir con cuál Valentina estoy escribiendo este nuevo capitulo, quizás una mescla de las dos, quizás una nueva. O quizás, el día que nos conozcamos podamos los dos decirlo.





Me prendo un pucho

y escribo un mensaje:

VOLVE!


Sabe que todavía me tiene,

y como lo sabe no me

contesta.

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