Tu tiempo es ahora, tu luz es mañana, cerrá los ojos y empezá a soñar.


V A L E N T I N A

11 agosto, 2008

Así comienza esta historia sin final.
Esa noche igual a todas en la que dos corazones se encontraron. Nadie buscaba nada, ni ellos nunca entendieron el porque de ese encuentro, de ese día de ese momento. Pero desde ahí todo cambio.
Así pensé que iba a terminar la historia de esos que no se arriesgaron a seguir en el camino y hoy se vuelve a repetir. Porque una nueva función estaba por comenzar y aunque en esa obra todo era ficticio, nada superaba lo que los unía en la realidad. Lo que los unía y a la vez los separaba; El Tiempo.
Maldito tiempo al que agradecían de haberlos puesto en el mismo camino por un instante y al que odiaban por separarlos a cada momento. Porque su tiempo no tenia ni un futuro, ni un pasado. Ese tiempo era solo hoy; presente que hacia que cada uno de ellos viviera ese hoy pero mostrándoles constantemente que todo se terminaría dejandolos en la nada, borrándolos de ese cuento.
Por eso esta historia es así, sin final, porque cuando el termino llegue, los dos se darán cuenta que la fantasía de su historia existía en ese amor que los unía tanto y hacia que los separara. Porque por amarse ellos terminarían el cuento, la obra, la función. Porque por amarse dejaban todo así, porque sabían que su tiempo no tenía futuro.
Se supone que todos los cuentos terminan amándose y se aman para siempre. Mi cuento no tiene final, porque al amor lo dejamos inconcluso, porque en el camino siempre fuimos separados.
Hoy me animo a contar, que en mi cuento los protagonistas, se amaban más que en todos los cuentos de hadas y los de finales felices. Porque los protagonistas de mi historia se tuvieron que quedar en el olvido para que el tiempo no les vuelva a dar una cachetada.
Porque el tiempo no aceptaba ese amor, y odiaba que el amor de ellos dos fuera tan fuerte y lo venciera cada vez que estaban juntos, cada vez que la magia aparecía; porque todo era diferente en sus mundos, porque eran invencibles, porque los dos eran uno. En su mundo los días tenían 28 horas, y aunque nadie los veía estaban en el medio de un montón de gente. Porque en su mundo aunque el tiempo los separara, ellos sabían que sus corazones estaban unidos y que juntos eran invencibles cuando con un beso desaparecían del mundo.
Todavía no se que va a pasar en esta historia sin argumentos, que no entiende de razones y que tiene miles de conclusiones olvidadas. Olvidadas en un beso, una caricia, un abrazo; olvidadas en el tiempo, en alguna de esas 28 horas de sus días, en algún momento de esos que tanto sintieron la necesidad de estar juntos. Olvidada en una de esas dos semanas que pasaron diciéndose te extraño; olvidada en cada uno de esos años que agrandaba ese abismo que estaba entre los dos; olvidada en algún 25 de diciembre, en algún año nuevo, en alguna paloma, en algún nunca te voy a olvidar. Olvidada en el miedo de decirse TE AMOO, olvidada en cada vez que desafiaron y vencieron por un segundo al tiempo.

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