Hay momentos en la vida en que una sola decisión, en un solo instante cambia irremediablemente el curso de las cosas. Cuando decides disparar a alguien. Cuando decides quererlo… o no quererlo. Cuando decides tirar para delante. Cuando decides mentir, traicionar, ocultar o cruzar la línea. Esa décima de segundo puede hacer girar todo al lado oscuro o inundarlo de luz. Podrá hacer de ti un héroe… o un criminal. Podrá llevarte al cielo… o al infierno. Pero siempre será un lugar desde el cual no podrás volver atrás. Ahí comienza el desenlace…
01 agosto, 2010
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