
No se puede echar de menos una libertad que nunca se ha tenido. Podemos alabar al sabio, al pródigo y al poeta, pero no sabemos si es sincera su obra de arte. Las palabras son un arma, pero no son precisas. En un mundo de identidades y secretos, la hipocresía navega por cada conversación por empezar. Es difícil admirar algo con neutralidad, o en positivo. Es complicado enamorarte de la primeravera si no te traen flores. Y es del todo imposible creer en algo que no podemos demostrar con hechos. Y sino es imposible, nos han hecho creer que es así. No es lícito mezclar temas, la economia y el mercado laboral con el rojo corazón de alguien que se acaba de enamorar, como tampoco es ético confundir personajes con personas. Porque nuestro papel en esta sociedad no viene determinado por lo que hemos sido o seremos, sino por lo que somos.
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